De máscaras de conejitos y algunos perros sin ojos...*

Era una mañana nublada, pues había despertado algo tarde y aún así el sol no se hacía presente en mi ventana.

Vi entonces el reloj, faltaba media hora para las ocho de la mañana...¡tiempo de salir corriendo! Entraba al trabajo a las ocho en punto y no podía fallarle a mi jefe, por lo que de un salto salí de la cama y tomé el baño más rápido de mi vida...no era justo llegar tarde en mi primera semana como empleada de tan renombrado establecimiento.

Increíblemente, logré salir de mi casa faltando quince minutos para la mencionada hora, lo que me hizo continuar mi camino muy felizmente. El trabajo me quedaba cerca de casa y siempre me iba a pie con un gesto de alegría e incertidumbre a la vez, nunca se sabía qué sucedería en la tienda del Señor Torres.

Iba pensando en eso, cuando de repente me encontré sudando a chorros..."Yo nunca sudo" pensé entonces... ¬_¬' Era algo muy extraño, en mi pueblo hacía calor pero jamás era húmedo. Ese día fue la excepción, el aire fresco me acariciaba tiernamente el rostro, mas dejaba un ligero rocío en mi cara...¿Qué podía significar semejante cambio?...En mi opinión, que sería un día especial. :)

Recuerdo que era un martes, y yo me sentía inexplicablemente feliz. Eso no me pasaba muy seguido, era una nueva excepción de lo cotidiano.

Mientras caminaba por la empedrada calle que me conduciría a mi trabajo en la dulcería, experimenté una conversación tripartita con mi cerebro y corazón. Nos encontrabamos en la mejor parte, casi a punto de llegar a un acuerdo... cuando ese auto me salió al encuentro, ese hermoso Mustang '69 color rosado.

Continuará...