De máscaras de conejitos y algunos perros sin ojos...*****

Ahora ya sabía su nombre...y no podía creerlo.

Después de tanta incertidumbre, se me revelaba como si nada el nombre del chico del Mustang. Se llamaba César y era el ser más tierno que había visto en mi vida. Sentía conocerlo de muchos años, aunque no fuese así. Me despedí de Genaro y caminé hacia mi puerta, puse mi cerveza en el pilar de la cerca y entré a mi casa.

Esa noche dormí más tranquila, por obvias razones. Entre sueños creo que repetí su nombre, lo miré hasta en el quinto sueño...sencillamente era un nombre bello para una persona bella. Desde siempre me gustaba ese nombre, César me sonaba a hombre misterioso y no tenía idea por qué.

Al día siguiente, me levanté con mucho ánimo y la esperanza de volver a ver a César. Caminé hacia la dulcería como todas las mañanas, y en cuanto pisé la banqueta me abrió la puerta el Señor Torres "Niña me temo que hoy tendrás que doblar turno...Amelia se enfermó y me pidió que la cubrieras por la tarde".

Ahora sí, mi problema era grande...o al menos así lo veía yo en ese momento. Mis planes se habían venido abajo por completo, tenía pensado ir a casa de Genaro por la tarde para ver si me topaba con César, pero gracias a Amelia ya no sería así. ¬_¬' Traté de calmar mi desesperación y llamé a mis padres para avisarles que llegaría por la noche, que mi amiga Amelia se había enfermado y que debía cubrirla. ¡Diablos! Luego de analizar la situación, me percaté de que me estaba convirtiendo en la persona más superficial del mundo, me encontraba quejándome de la enfermedad de mi compañera...¡y todo por un desconocido! :s Eso estaba muy mal.

Ese día las ventas en la dulcería Torres estuvieron de maravilla, hasta me porté más cooperativa de lo normal, después de todo yo no quería volverme una superficial, no podía darme el lujo de ser insensible con Amelia. Ella siempre se portaba muy bien conmigo y era el momento de corresponderle. Al final de ambos turnos, el Señor Torres me felicitó y me pidió que siguiera así de entusiasta. Todo tiene recompensa...

Salí muy contenta de mi trabajo, pues había hecho feliz a dos personas esa tarde. Sin embargo, la cara me cambió en unos segundos, todo estaba muy oscuro en la calle y yo debía regresar a casa caminando. Tenía miedo, pero continué con paso firme, y entre más rápido intentaba caminar, más cercana sentía una presencia. Sentía que alguien estaba a mis espaldas mirando sobre mi hombro, era una sensación horrible. Volteaba a mi alrededor y no veía a nadie, parecía que todo era producto de mi imaginación, mas en la última vez que me volví para ver el tramo recorrido, vi una sombra justo detrás de mí.

Me quedé inmóvil, la sombra también. Sólo recuerdo que corrí y corrí con todas mis ganas, mi casa quedaba cerca y entre más corría más lejana la veía. :s Fue entonces cuando pensé en esconderme, miré a mi lado derecho una pequeña casa blanca de cerca rosa, la cerca estaba abierta y me metí en ella tan a prisa como mis pies me lo permitieron. Caminé despacio hasta el patio trasero y al volverme... la sombra se había ido. ¡Qué descanso me llenó el alma en ese instante!

Caminé un poco más y pude ver dos árboles a los lados de un cuadro de incipiente pasto, era un intento de jardín recién plantado. Junto a uno de los árboles había un pasillo, parecía que daba al otro lado de la casa y me dirigí hacia allá. Ahí había un poco más de luz, pero la tranquilidad me duró poco...de pronto dos perros me acorralaron en ese pasillo. Esos perros no tenían ojos... :s

Claro que continuará...